Prensa
Telam 18/04/2015 “50 años de rock argentino”
Cuando en 1965 Los Gatos Salvajes con el gran Litto Nebbia desembarcaban desde Rosario en Buenos Aires, algo todavía innombrado pero destinado a conmover a los jóvenes argentinos había comenzado. Nadie lo sabía aún pero esa llegada estaba dando nacimiento al rock nacional. A 50 años de aquel momento, la primera de una serie de columnas sobre la historia del rock de acá.
No es tarea sencilla trazar las líneas que se entrecruzaron para dar comienzo a nuestro glorioso rock argentino. Litto Nebbia (cuyo nombre es Félix Francisco Nebbia) alguna vez me contó la enorme admiración que profesaba a su padre, también cantante, cuyo nombre artístico era Félix Ocampo, que llegó a ser cantante de la orquesta de Miguel Caló y quien lo apoyó desde niño para que se dedicara a la música. Ellos solían ir los fines de semana al cine, que en continuado proyectaba tres películas diferentes. A la salida, Félix padre desafiaba a Félix hijo a que cantara o silbara los “leivmotives“ de las películas. El pequeño Litto tenía una memoria y una musicalidad prodigiosa.
Ya en la adolescencia era un cantante fogueado conb cientos de actuaciones (comenzó a actuar en público a los seis años) y a diferencia de muchos, sentía que el escenario era su hábitat natural. Así fue como se acercó a músicos mayores que él para emprender el camino de la música beat. Aquella que empezaba a sonar, de forma simultánea, en todo el mundo. Mientras los Beatles iniciaban su histórica gira por norte américa y se corporizaba la llamada “beatlemanía“, este grupo de jóvenes rosarinos, bautizados como Los Gatos Salvajes, grababan su primer disco con varias canciones beat en castellano. Poco tiempo después, el grupo se separaba, dejando un enorme precedente, como la primer banda que grabó temas de rock en castellano.
En Uruguay, los hermanos Fattorusso (Hugo y Osvaldo) , dueños de una musicalidad inusual, formaban el grupo Los Shakers , que fue rápidamente encasillado como una mezcla exacta entre Los Beatles y Los Byrds, aunque en realidad eran mucho más que eso. Sus propias composiciones tenían el nivel de las de Lennon y Mc Cartney. El techo artístico de la escena musical uruguaya de ese momento pronto fue superado, y el desembarco de Los Shakers en la Argentina fue glorioso. La canción “Breaking all“ (rompan todo), editado en 1965 fue un enorme éxito de ventas, una melodía contagiosa y un ritmo demoledor hicieron de este tema el preferido de los jóvenes beat argentinos. Aunque una invisible espada de Damocles pendulaba sobre Los Skakers y era que, a diferencia de Nebbia y sus amigos, solo cantaban en inglés.
El programa “La escala musical“ conducido por el multifacético Jorge Beillard, quien además de conductor y animador era periodista, poeta y actor, propagó rápidamente la música beat. La Escala Musical fue el albergue de varios conjuntos musicales que no encontraban su lugar en el popular Club del Clan, donde brillaban Palito Ortega, Billy Caffaro, Lalo Fransen, Nicky Jones y otros con un estilo edulcorado y más “light“ que el nuevo rock que emergía de Londres y Estados Unidos.
La Escala Musical resultó el lugar donde los músicos del emergente rock podían mostrar sus canciones. Litto Nebbia, junto al tecladista Ciro Fogliatta, quienes habían compartido Los Gatos Salvajes, formaron un nuevo grupo con otros integrantes al que llamaron, simplemente, Los Gatos. Por su parte, un joven Luis Alberto Spinetta debutaba como cantante en La Escala Musical, con solo 14 años y un repertorio de dos canciones, una de Palito Ortega y otra de Javier Solís. Su padre Luis Santiago Spinetta cantaba tangos y se acompañaba con la guitarra. Aquella guitarra es con la que Luis Alberto compuso sus primeras canciones, entre las que aparece la zamba “Barro tal vez“ y “Plegaria para un niño dormido“, dos temas descomunales que parecen compuestos por un compositor experimentado y no por un joven de 15 años. Pronto Spinetta conocería a Los Beatles y su vida cambiaría definitivamente.
Las charlas de música que compartía con Rodolfo García (apenas mayor que él) y que ya tocaba la batería con el grupo Los Larkins formado por amigos del colegio, fueron el motor de un nuevo proyecto musical. Edelmiro Molinari, con el hermano de Emilio Del Guercio, habían formado el grupo Los Sbirros. La junta de Los Larkins y Los Sbirros dio como resultado un nuevo grupo con el joven Spinetta y Emilio del Guercio como espontáneo bajista. Ese nuevo grupo se llamó Almendra y tuvo su gran momento un par de años más tarde. Por aquellos años existía el servicio militar, y la banda tuvo que esperar todo un año el regreso de Rodolfo Garcia a los ensayos, después de cumplir con “la colimba”.
La Cueva, que había comenzado como un nocturno club de jazz, era un pequeño sótano con un escenario, que se fue poblando poco a poco con unos jóvenes de aspecto extraño. Algunas camperas de cuero y los novedosos pantalones de jean, eran el atuendo elegido por este puñado de rebeldes que se atrevían, además, al pelo largo, los bigotes y las barbas. Las paredes de La Cueva, ahora empapeladas por hojas de diarios y revistas pegadas, fueron testigo de los primeros improvisados conciertos de rock. Roberto Sánchez, quien ya era conocido como Sandro, solía llegar a las 4 de la mañana, una vez cumplidas sus actuaciones, para terminar la noche cantando clásicos de Elvis Presley.
Moris y “Pajarito“ Zaguri, quienes formaron el grupo Los Beatniks, sacudieron la modorra porteña con el fundacional tema “Rebelde“ en 1966, cuyo lanzamiento fue festejado por una acción escandalosa para la época, donde los músicos en calzoncillos se bañaron en una fuente para una sesión de fotos. Aquellas fotos salieron en la tapa de la revista “Así“. El escándalo fue tal que la tirada fue censurada por el gobierno de Onganía y los músicos de comieron 3 días en cana.
Un joven baterista llamado Javier Martínez solía subir a escena para animar las jam sessions donde los músicos tocaban espontáneamente jazz, blues y rock. Los bajistas Alejandro Medina y Víctor Bereciartua (Vitico) solían alternarse en el bajo.
Los guitarristas Ricardo Lew, Claudio Gabis y los juveniles Norberto Napolitano (Pappo) y David Lebon, quien acababa de llegar a Argentina después de vivir en Estados Unidos , se sacaban chispas en el escenario. Existían poetas y juglares que subían al escenario, entre ellos un misterioso personaje llamado “Tanguito“, también Pipo Lernoud y Miguel Peralta (Miguel Abuelo). Giuliano Canterini (Billy Bond), quien además era el cantante de los “Bobby Cats“ regenteaba el lugar.
De esas noches surgió el súper grupo “Billy Bond y la pesada del rock and roll” integrado por todos los músicos que solían tocar en La Cueva. Una banda controvertida y fundacional. Pero eso será motivo de la parte dos de esta columna.
Por Gillespi.